miércoles, 14 de septiembre de 2022

LA REINA (I)

 

Su reinado fue el más dilatado que registran los anales y su muerte, cuando estaba cerca de llegar a centenaria, sorprendió a todo el mundo como solo puede sorprender la muerte de los inmortales. Tuvo unos funerales solemnes, envueltos en más pompa y circunstancia que los de un papa renacentista, y mojados por más lágrimas que las vertidas por un ídolo pop desaparecido en plena juventud. En su panegírico fúnebre se  escucharon alabanzas y elogios reservados a estadistas de talla universal.

Si alguien, mientras estuvo viva, le hubiera preguntado la fórmula de tan exitoso reinado, habría callado y sonreído mientras acariciaba a uno de sus corgis. Era su secreto mejor guardado: “Hablar poco y hacer menos”.

(Como era una mediocre lectora desconocía la frase fetiche de Bartleby el escribiente, “Preferiría no hacerlo”, que merecería figurar en su epitafio).

También por omisión se gana la posteridad.

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