Nos lo están poniendo difícil también
este año. Han vuelto a hacer las mismas recomendaciones. La cena va a ser un
poco complicada. Pero no debemos preocuparnos, cariño, hay solución para todo.
Mantener la máxima distancia posible, dicen: pondré los servicios uno a cada
extremo de la mesa del salón y con candelabros, ¡no te fastidia!, como si fuéramos señores feudales en el salón
de su castillo. Abriré de vez en cuando las ventanas, para que haya ventilación
cruzada: no creo que las corrientes de aire vayan a perjudicarte ahora.
Tendremos que hablar despacito para que las gotitas venenosas no salgan
disparadas: no se le pueden dar
facilidades al bicho. No se nos ocurrirá comer del mismo plato, ni compartir la tarta
en la cucharilla de postre como hacemos siempre, ni beber del mismo vaso. Evitaremos los besos. Y
no podremos cantar, ni chocar las copas al brindar. No saldremos de nuestra
burbujita. De nuestra burbujita de champán.
Pero, ¡qué tonterías estoy diciendo! Si tú ya no puedes contagiarte de
nada desde que se te llevó la primera ola. Y yo, aunque ponga mesa para dos,
tendré que cenar con tu ausencia y brindar con esa sombra que lleva tu nombre.
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