jueves, 6 de enero de 2022

EL AÑO DE LA AGUJA

 


En el alto muro  que sostiene los cimientos del hospital y los defiende de las crecidas del río, ese muro tan largo que evoca una frontera, una dolorosa división, ese muro tan nuevo que hará las delicias de los grafiteros, el curioso fotógrafo se topa con este tosco y apresurado dibujo, de simbología tan simple como eficaz:



El fotógrafo vivió aquellos terribles años de la aguja, en los que la heroína devastó las almas y los cuerpos de poetas, músicos, actores y otras gentes atribuladas y temerarias que buscaban la vida y la muerte, la muerte y la vida licuadas en una jeringa. Quizá por eso dedujo que estos esquemáticos iconos  eran denuncia o lamento de los estragos que la  droga causa.

Siguió el fotógrafo la vereda junto al muro y descubrió otras dos pintadas que ponían en contexto la anterior, como si fueran palabras de una misma frase, frases de un mismo párrafo que solo juntas aclaraban su significado:







El fotógrafo  reparó entones en la importancia del contexto para entender un mensaje y reconoció con doloroso asombro cuán equivocado estaba en su primera lectura.

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