Cada vez que encendía el ordenador, tras teclear la clave, en la pantalla se encendía esta frase: TE DAMOS LA BIENVENIDA. Se preguntaba con inquietud por el sujeto de ese -diríamos que convencionalmente cordial- saludo. ¿A quién representaba esa primera persona del plural que con tanta familiaridad lo tuteaba? Y no podía evitar que su suspicacia fuera a más. ¿Y si detrás de ese elíptico nosotros no había un 'quiénes', sino un 'qué'?
No hay comentarios:
Publicar un comentario