sábado, 26 de diciembre de 2020

CORONACUENTOS (23):BOLA DE NAVIDAD


 






"¡No toques eso!" "¡Lávate las manos!" "¡El gel, Lucía, el gel!"

La niña estaba tan cansada de escuchar esas instrucciones que empezaba a disfrutar ignorándolas al menor descuido.

La bola era roja y a  pesar de estar tirada en la calle resplandecía como nueva. Rodando, rodando,  caída quizá de la guirnalda de bienvenida de la puerta de una casa o de los adornos de una tienda, había ido a parar a la rejilla del alcantarillado. Y allí estaba, quieta y como respirando aliviada por haberse librado del oscuro mundo de las cloacas; temerosa de que alguien la pisara,  haciendo mohines de pena igual que un perrillo abandonado.

Afortunadamente, mamá  hablaba con una vecina y no se dio cuenta de nada. Lucía acariciaba ya la bola, a salvo en su bolsillo. Era lisa y tan suave que si hubiera tenido alguno de aquellos bichos con pinchos, lo habría notado.

Cuando llegaron a casa se las ingenió para limpiarla bien con gel y sacarle brillo sin que nadie la viera. La colocó en lo más alto y la miró, llena de orgullo.  Era la más grande, la más bonita. Gracias a ella el árbol de este año no parecía tan triste.

"Bolita callejera, murmuró, vas a traernos mucha suerte".

No hay comentarios:

Publicar un comentario