domingo, 5 de abril de 2020

CORONACUENTOS (4): SAMARCANDA




Ahora que por fin tengo tiempo, estoy viajando adonde siempre quise ir. A pie, como a mí me gusta.

En verdad que el viaje se me hace a veces monótono y que empiezo a tener heridas en los pies y la penosa sensación de que me falta el aire y de que me muevo dentro de un laberinto familiar. El mal del viajero, la falta de costumbre, me digo.  

Me anima pensar que cada día me acerca más a mi objetivo. Cuento cada paso. Consulto los mapas. Miro en street view. Me paro al final de la jornada y procuro que coincida con algún lugar evocador. He visitado hermosas ciudades con los ojos cerrados. Ciudades míticas, ciudades invisibles, ciudades desaparecidas. Pero avanzo demasiado lentamente. Y a este paso, antes de que acabe este tiempo excepcional, nunca llegaré a Samarcanda, mi verdadero destino. 

Se me está ocurriendo algo para ir más deprisa: la bicicleta estática del trastero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario