sábado, 29 de febrero de 2020

29 DE FEBRERO







Era muy calculador y lo tenía todo tasado, (casi) todo previsto, todo sometido a un plan.
Pero se distrajo: no se dio cuenta de que aquel era un año bisiesto.
Y no supo qué hacer con aquel 29 de febrero, un día regalado.

miércoles, 26 de febrero de 2020

VIRUS CORONADO






Lleno de orgullo y satisfacción, con monárquica egolatría, el coronavirus no cabía en sí de gozo. Gracias a la Red, había conseguido su sueño posmoderno. Ya no era solo un fenómeno vírico; se había convertido en un fenómeno viral.

(Ya era hora de que el adjetivo que le habían arrebatado 
volviera a casa.)

martes, 25 de febrero de 2020

OTRA BLANCURA








Otra nieve quisiera,
otra blancura:
Lamento de Febrero.





sábado, 22 de febrero de 2020

ARICAR



Paseando por las afueras, esos territorios confusos donde la ciudad se diluye en una amorfa dispersión de polígono industrial, carreteras de ronda, barrios sin consolidar, majadas en ruinas y restos de viviendas irregulares, la vista se me fue a un tractor que laboraba en una parcela rectangular e inclinada, un pegujal pedregoso muy poco favorable para la siembra. Solo la recompensa mínima de la subvención parecía justificar tanto empeño en adecentar un terreno tan poco agraciado, tan poco agradecido, tan propicio para zarzal.

-Está aricando, pensé sin querer.

La palabra se me quedó enganchada en la memoria inmediata y tiró de mí hacia la infancia. 'Aricar'. No la había vuelto a escuchar desde mis años en el pueblo. Llegué a dudar de que existiera. El diccionario me sacó de dudas. Significa 'arar superficialmente', como si fuera un diminutivo de 'arar'. Mi sentido inconsciente de la Lengua no me había fallado esta vez. 

Desde ese momento esa palabra me acompaña con frecuencia y ha llegado a convertírseme en signo de estos tiempos.

Me da la impresión de que todo lo hacemos someramente: nos relacionamos, creemos y pensamos, leemos, amamos y odiamos, trabajamos, reímos y lloramos, estudiamos, actuamos, vivimos... someramente. Nos pasamos el tiempo aricando.

miércoles, 19 de febrero de 2020

EL DONCEL









-¡Por piedad, que alguien me pase la página del libro, que llevo más de quinientos años leyendo lo mismo!

viernes, 14 de febrero de 2020

PUPILA VERTICAL











Si miras bien, allá, en el fondo de la pupila vertical del gato -esa cortina rasgada-, está atrapada la sombra del fotógrafo. (Como en la retina de la víctima, en su última mirada, persiste la imagen del asesino). 






Toda fotografía es un autorretrato.

lunes, 10 de febrero de 2020

OMBLIGO DE VENUS











Muchos son los nombres con que se designa esta humilde planta rupestre, que parece empeñada en crecer donde no debiera: en los muros, las rocas, las cortezas, las grietas de los materiales más duros. Siempre en territorios hostiles, huyendo del humus, de la facilidad. Pertenece a esa estirpe vegetal de frontera, colonizadora y pionera, empeñada en convertir lo estéril en fértil, en trasmutar lo inerte en orgánico: hermosa y sacrificada tarea que nadie agradecerá. Y luego está la forma de sus hojas carnosas, suculentas, que nunca se le olvida al niño que ha frecuentado las ruinas, las grutas, los tejados, los peñascos, las umbrías: un atlas de lugares abruptos, despreciables, olvidados.

¿Y el nombre, los nombres? Esta planta invita a la analogía, a la metáfora. La imaginación popular ha visto en ella embudo, cazuela, caracol, sombrero de tejado, vaso, montera, chuleta, sartén, campana..., casi siempre en cariñoso diminutivo: sombrerete, vasico, campanilla... Y le ha atribuido poderes sanadores universales: tolocura, sanalotó, curalotodo...

Pero ninguna de estas denominaciones convoca el encanto del nombre más utilizado: Ombligo de Venus. ¿Qué le pasaría por la cabeza al curioso botánico que la bautizó? ¿Qué sutil carga de sensualidad quiso inocular en esta planta marginada? Los caminos por los que el mito encarna en la realidad más modesta son inescrutables.

Yo la recuerdo, de antes de saber su nombre -que siempre asociaré a nuestra añorada hermana- brotando impávida en el murete del brocal del pozo o entre las hendiduras del acantilado rocoso de la Cuesta Utrera. Ombligo de Venus, ombligo de la infancia, ombligo del recuerdo.






viernes, 7 de febrero de 2020

CIELOS DE VALONSADERO













Hay tardes en que las nubes 
quisieran ser camino,
conducir la mirada y elevarla,
apartarnos un rato
de nuestra devoción
por la belleza desnuda
de la tierra en invierno.

martes, 4 de febrero de 2020

PRIMAVERA EN FALSO












            Quien se atreva a cortar
            las rosas pervertidas,
            procaces de este enero
            verá su sangre blanca
            y olerá la fúnebre fragancia
            de sus corolas pálidas.
            Y de la nieve
            tendremos solo
            lejanos ecos
            de su presencia efímera
            en otras cumbres.
            Solo su aliento frío    
            rayéndonos el pecho
            y un resplandor de noche blanca      
            más allá de la sierra

            como un sueño de otros.

                         

sábado, 1 de febrero de 2020

LAPISLÁZULI








Había disfrutado como nunca en aquel trabajo. Y cuando vio el resultado final dio por buenas tantas horas de estudio, primero, y de minucioso y extenuante cuidado en cada primoroso detalle, después. Una vez retirada la pátina de incuria y suciedad, las alas del ángel habían recuperado sus escamas de oro; el cielo, la túnica de la Virgen y la bóveda de la estancia mostraban ahora en toda su pureza el azul lapislázuli que el fraile pintor les había conferido. La golondrina parecía haber retornado de un largo y oscuro viaje invernal.  Y la luz, la maravillosa luz de la revelación, atravesaba la escena como un rayo capaz de engendrar vida en el vientre de la mujer.

Acabada la obra, la restauradora se quitó las gafas y descansó. La acometió entonces un reflujo de melancolía y  de íntimo fracaso. Sintió que otra tarea más ardua y para la que apenas le quedaban fuerzas la estaba aguardando. Devolver brillo y color, retirar la fina lámina opaca que el tiempo había ido depositando sobre el cuadro de su propia vida.