sábado, 23 de noviembre de 2019

CARPE DIEM




     A Afrodisio Cabal esa insistencia casi universal en  el Carpe diem, en vivir solo en el presente, que es el remedio que libros de autoayuda y vendedores de felicidad prescriben como panacea contra el malestar de vivir, se le antoja, aparte de imposible, un empeño  pueril y animal, porque amputa la triple dimensión temporal del ser humano:

     -Además de en el presente -inestable-, el hombre vive en el pasado -porque añora y recuerda-  y en el futuro -porque teme, sueña, se ilusiona, espera-. ¿Qué sería de nosotros sin memoria o sin imaginación?  Confinar al hombre en un continuo presente es limitarlo, empobrecerlo, sacrificar algo esencial en él, una fuente de dolor pero también de energía psíquica y de hondura existencial, una parte irrenunciable de nuestra naturaleza.

     -No te hagas ilusiones, antigualla, con tu fastuosa teoría del hombre tridimensional. Un presente tan volátil que apenas existe, demasiado pasado a tus espaldas y nada de futuro -le chinchaba Aguado-. Eso es lo que tú tienes. Coge la rosa del presente, mírala mucho, huélela a fondo y déjate de elucubraciones.

     -Habló el joven vividor que se abrió un plan de pensiones cuando tenía treinta años... 




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