Todo idioma necesita un comodín básico, una
muletilla, un signo de conformidad, de aquiescencia, un puente por donde
transiten los mensajes, y también un corte, más o menos suave, según la
entonación, para dar por zanjada una conversación o una discusión, o para dejar
en el aire una sutil amenaza o una pregunta que espera la respuesta afirmativa.
La economía y la pereza lingüísticas así lo señalan.
No
cabe duda de que en el español peninsular esta función, desde hace unas décadas, la
desempeña la palabra 'vale', en detrimento de otras expresiones como 'de
acuerdo', 'está bien', 'correcto', etc. En cierta medida se ha convertido en
una plaga, en un parásito que no nos abandona. Cómo hemos llegado a este punto,
lo dejo para los expertos en la materia. A aquellos puristas que recriminan el
uso y abuso de 'vale' habría que recordarles que esta expresión tiene una ilustre
etimología latina por lo que su significado originario, aunque muy pocos
hablantes lo sepan, cabría traducirlo como "que sigas bien",
"que tengas salud" (valere, en latín, significa "tener
salud", "sentirse bien"). Cada vez que decimos 'vale' estamos
formulando el mejor de los deseos: no nos importe repetirlo.
La
inmortal novela de Cervantes tiene un comienzo de todos conocido: "En un
lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme..." Lo que muy pocos
saben es que su última palabra es precisamente: Vale.
Y
para concluir este breve alegato en favor de esta denostada expresión podemos
consolarnos pensando que nos ha librado -al menos de momento- de adoptar esas
bárbaras siglas de O.K. cuya discutida génesis se divide entre los que piensan
que procede de un incorrecto Ol Korrect -'Todo correcto'- (que habría sido usado al principio a modo de
humorística abreviatura, algo parecido al idioma actual de los mensajes de
texto) y los más fantasiosos que aceptan
la leyenda según la cual se trataría de
un parte militar en la Guerra de Secesión para informar de que no había habido
muertos: 0 Killed.
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