Para abrir una vía y ascender hasta las heladas y casi
inaccesibles cumbres de la POSTERIDAD, el piolet puede ser una herramienta muy necesaria.
Es lo que debió de pensar Ramón Mercader mientras lo clavaba con toda su furia fanática en el cráneo de León Trotsky. Solo así se entiende que desechara el
recurso -mucho más manejable, limpio y eficaz- de una pistola.
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