jueves, 25 de julio de 2019

MALA MEMORIA


No era el único que venía por las mañanas con un puñado de frutos secos en la mano; pero, no sé por qué, con él resultaba diferente. No tenías la impresión de estar recibiendo una limosna sino de estar siendo alimentada por alguien que te quiere de verdad. Ni siquiera me importaba que su mano temblara tanto cuando me ofrecía las avellanas, las pipas, el maíz. Era como un juego. Llegamos casi a intimar. Le gustaba que me metiera en el bolsillo de su abrigo a conseguir mi ración.

Hoy no ha venido, ayer tampoco vino, ni anteayer. Sé que no volverá. Últimamente los temblores eran tan fuertes que todo él parecía un árbol azotado por la más violenta de las tormentas. Me hizo un gesto como despidiéndose, pero no me dijo nada. Nunca decía nada.

Tengo la memoria corta, como todos los seres pequeños. Pero de él no me olvidaré. Palabra de ardilla.





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