Otro día hablaban Afrodisio Cabal, pequeño filósofo rural, y Ángel Aguado, eterno aprendiz de pensador, resguardados bajo los soportales mientras la nevasca se adueñaba de la calle.
-La nieve revela la verdadera naturaleza de los hombres -sentenció Cabal.
-¿Cómo es ello? -inquirió, picajoso, Aguado.
-Hay dos clases de seres humanos: los que se quejan al gobierno o al ayuntamiento porque no retiran la nieve que les impide salir de casa o circular con el coche y los que agarran su pala y abren veredas en la nieve.
-Te olvidas de un tercer grupo.
-¿...?
-Los que aguardamos tranquilamente a que la nieve se regale.
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