-Mira,
mamá, el rey Baltasar de la
cabalgata - y el crío apunta a un barrendero negro que abre con la pala una vereda en la nieve de la acera.
-No
puede ser, tesoro. Los Reyes Magos ya han vuelto a Oriente.
El
empleado municipal del servicio de limpieza sonríe con melancolía de
monarca destronado.
-Qué
más quisiera yo que ser rey. Hazle caso a tu madre -dice, mientras se asombra
de la perspicacia del chavalín.
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