De este otoño ralo, ramplón, desvaído, que se está yendo sin regalarnos lluvia, que pierde sus oropeles y sus cobres de mala manera, sin grandeza, rescato estas imágenes tomadas en lo profundo de la España sin gente.
Cuaderno de creación literaria donde encontrarás textos y fotografías originales del autor.
lunes, 30 de octubre de 2017
viernes, 27 de octubre de 2017
ENTUSIASMO Y RAZÓN
"Con demasiada frecuencia la Razón solo levanta el vuelo como ave fénix renacida de entre las frías cenizas del entusiasmo. Triste consuelo."
miércoles, 25 de octubre de 2017
LA FÁBRICA
Últimamente no
daban abasto. Se les acababa el material y tuvieron que contratar a más
operarias y hacinarlas aún más en las
naves. Tres turnos por día. Las máquinas no paraban ni un segundo. No les pilló
por sorpresa el aumento de la carga de trabajo -tenían un departamento de
análisis de mercados muy eficiente, más eficiente que los servicios de
información de muchos países- pero sí la magnitud del incremento en la demanda.
Las mujeres de ojos rasgados producían como autómatas con sueño millones de
metros de aquellas banderas. Era fácil confundir unas con otras, compartían
colores y formas. Muy lejos, en la otra punta del mundo, lucían en los
balcones, ondeaban al viento, llenaban las calles de color, servían de capa o
de bufanda, clamaban unas contra otras.
Las
muchachas de ojos rasgados nunca sabrán que están engalanando a un monstruo.
domingo, 22 de octubre de 2017
HORROR VACUI
Hay quien no soporta el silencio de las paredes.
A veces los muros florecen y una jungla de letras, de formas, de colores, se extiende, asfixiante, por la ciudad.
jueves, 19 de octubre de 2017
LA AUTOFOTO DEL TÍMIDO
En el espejo roto, casi mimetizado con las piedras.
A un mismo tiempo cazador y presa.
Narciso vergonzoso.
Bucle abismal de la mirada que se mira mirar.
lunes, 16 de octubre de 2017
CARTAS
Como en el cuento de Poe, la solución al enigma estaba escondida a la vista de todos para que no reparáramos en ella.
Por favor, ahora que ya nadie tiene quién le escriba, sigan escribiéndose cartas indefinidamente. Cartas ambiguas, escurridizas, intrincadas. Cartas con aplazamientos que sufren aplazamientos. ¡Qué delicia vivir en esta incertidumbre, en esa suspensión éterea, tan próxima a la levitación, con el placer brutal del desastre o de un hermoso sueño al borde de los labios pero sin poder gustarlo! ¡Viva la nueva política, la política cuántica! Nada es lo que parece. O sí. Depende. Como en esa muletilla tan actual, tan posmoderna: sí, ¿no? Ni vivo ni muerto. Ni declarada ni sin declarar. Ni aplicado ni sin aplicar. No sabemos qué hay en el interior de la caja. ¿No lo sabemos? Sí lo sabemos. Hay lo que cada uno quiere que haya. Pero como posibilidad, que es como más se disfruta todo, como más verdadero es todo para la ilusión.
Por favor, no abran la caja. No hagan nada. Estamos muy bien así. Por favor, sigan escribiéndose cartas como dos enamorados antiguos.
domingo, 15 de octubre de 2017
EL JUBILADO
El
profesor jubilado regresó por primera
vez a su instituto dos años después. Habían sido dos años tornadizos en los que
a la molicie casi divina de la ociosidad
inicial siguió un periodo de desconcierto por no ser capaz de disfrutar
todo lo que había imaginado. Nunca fue un convencido de la causa
pedagógica: había ejercido su profesión
con diligencia y eficacia, pero sin entusiasmo, sin perder de vista que era un
trabajo y que no debía poner en él toda el alma. Por eso le extrañaba más esa querencia al retorno que se
ahondó con el paso de los días hasta hacérsele insoportable. Se veía atrapado
en un pantano, un lugar donde había desaparecido esa percepción tan necesaria
de inminencia, de que algo iba a ocurrir.
-¿Echabas
de menos esto, eh? - afirmaba en modo de pregunta el Director al recibirlo en
su despacho. Había en sus palabras algo
de ese malsano disfrute de una profecía cumplida. Como si lo hubieran estado
esperando.
-Más
de lo que me gustaría confesar -se sinceró.
Enseguida
el Jefe de Estudios hizo planes para él. Los últimos recortes presupuestarios
le habían obligado a recargar los horarios y
un sordo malestar se había instalado entre sus compañeros del claustro,
que lo culpaban a él del exceso de trabajo.
-Podrías
encargarte de un par de grupos de apoyo. Nos vendría muy bien.
Extraoficialmente, claro.
-Creo
que no me he explicado bien. Lo que yo quiero es matricularme en primero.
El
Director y el Jefe de Estudios se
miraron y, con esa complicidad nacida en los cinco años compartidos en el Equipo
Directivo, sonrieron al tiempo, comprensivos hasta la lástima, mientras al
profesor jubilado los ojos y los oídos se le iban al guirigay irresistible del
patio en el recreo.
jueves, 12 de octubre de 2017
EQUIDISTANCIA
En
la inestable geometría de los conflictos hay un lugar incómodo, vilipendiado,
donde no llega el fervor de la muchedumbre. Un lugar donde hace mucho frío. Lo
llaman Equidistancia. Si, en palabras de Borges, el punto, cualquier punto,
podría ser incluido en el Libro de los Seres Imaginarios junto a los dragones,
el unicornio o los trolls, pongamos por caso, el denigrado punto intermedio
añade a su naturaleza ficticia la peligrosidad de su situación. Nunca ha tenido
buena prensa, nunca ha concitado simpatías y mucho menos entusiasmos.
"Equidistante" le espetan a un contertulio con indudable intención de
insultar, como sinónimo de pusilánime, de indeciso, de cómplice pasivo de
alguna ignominia. O de traidor a la causa. "Porque eres tibio te vomitaré
de mi boca", se dice en el Apocalipsis. Larga e ilustre es la nómina de
los vomitados en este mundo de simplificaciones infantiles, donde una imagen
vale más que mil palabras.
Quienes
hablan de equidistancia siempre se imaginan estar en el Bien, en la Verdad. Y
no comprenden que nadie se aleje de ahí para situarse a medio camino. Si te
quedas "au-dessus de la mêlée" te fríen en la Red. Cuando las
sociedades se tensan, el centro se vacía, y en los extremos se alzan refugios
donde la gente se inflama y se embriaga de emociones. Hay que definirse, hay
que significarse, buscar el fácil acomodo de una verdad indiscutible. Llegados
a ese punto, se necesita mucho valor para no adherirse a ningún argumentario,
para no estar pro ni contra ninguna de las facciones, para quedarse a la
intemperie con la propia conciencia. No ver el mundo en blanco y negro sino con
una admirable gradación de grises se paga con la soledad.
Las
palabras las carga el diablo. Y esta, 'equidistancia', de elegante resonancia
geométrica, está sufriendo el secuestro de los beligerantes que la han cargado
de connotaciones negativas. Que alguien la rescate.
martes, 10 de octubre de 2017
DIÁLOGO
Fes que siguin segurs
els ponts del diàleg.
(Salvador Espriu)
Que callen todas las voces.
Que los gritos se desvanezcan.
Que nadie salga a la calle.
Que todos busquen el sosiego de la casa interior.
Y entonces, en esa coreografía de silencios,
dejemos que el diálogo florezca.
domingo, 8 de octubre de 2017
DE TRAMPANTOJOS
A veces las cosas no son lo que parecen. A veces conviene pararse un poco a pensar y, sobre todo, abrir el foco para descubrir la realidad en toda su complejidad o para desechar falsedades. A veces un proyecto parece bien asentado en el suelo...
... pero le falta la cabeza.
jueves, 5 de octubre de 2017
DESGARRADURA
Hace ya muchos años, dentro de mi novela para jóvenes "Historia de Jan", ambientada en un país roto por la guerra civil -un país ficticio tras el que se reconocía la tragedia de la antigua Yugoslavia- incluí esta fábula extraída del diario de Samuel, uno de sus protagonistas:
30 de noviembre
Cuando era niño, en mi libro de lecturas escolares
leía una fábula.
...
Una vez, en la época de las leyendas, un rey encargó
a los cuatro tejedores más famosos de su reino que realizaran un tapiz.
-Quiero que sea el mayor y el más hermoso que nunca
haya existido- les dijo.
-¿Qué queréis que represente, Majestad ?- le
preguntaron.
-Un país. Un país rico y feliz. Para que quien lo
mire se imagine que está viviendo en un lugar maravilloso.
Los cuatro artistas se pusieron a la faena. Antes de
empezar discutieron durante muchos días los detalles del proyecto. Les costó
trabajo ponerse de acuerdo, los cuatro eran vanidosos y cada cual quería imponer sus ideas al
resto. Finalmente decidieron que el tapiz tendría cuatro colores, uno para cada
uno de ellos. Con el color rojo dibujarían la tierra y las montañas, con el
azul el cielo y el agua de los ríos, con el verde la hierba y los árboles, con
el blanco la nieve de las montañas y la flor de los almendros.
Al principio todo iba bien. Tenían cuatro enormes madejas y cada uno
utilizaba la suya. Les parecía un reparto justo: todos tendrían su parte de
gloria y su recompensa en oro cuando el tapiz estuviera terminado. Y en verdad
la obra avanzaba muy deprisa y el paisaje resultaba espléndido, primaveral.
-No me importaría vivir en un país así -bromeaba el
rey cuando iba a inspeccionar la marcha del trabajo.
Una noche, antes de dormirse, el artesano que tejía
con el color blanco pensó: “Quizá el rey
nos pague según la cantidad de hilo que hemos utilizado y mi madeja está casi
entera”. Y sin hacer ruido se levantó y empezó a tejer por su cuenta. Llenó las
montañas de nieve y volvió a acostarse confiando en que sus compañeros no se
dieran cuenta.
Por la mañana los otros tejedores notaron el cambio,
pero ninguno dijo nada. El del color azul pensó: “Esta noche me levantaré y
haré el río más ancho”. Y el del color rojo: “Alzaré más montañas en el
horizonte”. Y el del color verde: “Cubriré toda la tierra de hierba”.
Cuando creyeron que los otros estaban acostados cada
uno salió sigilosamente de su aposento y
fue al telar. Allí se encontraron los tres y empezaron a reñir. Con el
ruido se levantó el cuarto y se sumó a la disputa. A punto estuvieron de romper
el tapiz tirando cada uno de su hilo. Al cabo de un buen rato se miraron
asustados y pensaron: “Si deshacemos el tapiz nos quedaremos sin el premio
prometido por el rey”. Así que dejaron de pelear.
Continuaron tejiendo pero nada volvió a ser lo mismo.
Se había perdido la armonía, había rencor y desconfianza entre ellos, y el
paisaje del tapiz se volvió inhóspito, como si un invisible viento de
desolación soplara siempre sobre él. Cuando estuvo terminado, el rey acudió a
contemplarlo. Enseguida percibió algo extraño.
-¿Qué ha ocurrido en mi país de fantasía? -preguntó.
-Nada, Majestad. Lo hemos completado según lo
previsto -le respondieron.
Pero el rey no quedó satisfecho. Mirar aquel paisaje
le producía inquietud, había algo en él
que presagiaba desgracias. Por eso mandó llamar a un sabio eremita que vivía
retirado en las montañas y no sabía nada del encargo hecho a aquellos artistas.
-¿Qué ves en ese tapiz? -le preguntó el rey.
-Veo el color blanco de la envidia, el azul de la
discordia, el verde del odio y el rojo de la sangre derramada. No me gustaría vivir en ese país -sentenció
el sabio.
El rey mandó destruir el tapiz y desterró a los
tejedores lejos de su reino.
...
Aquí acaba la fábula. ¡Pobre país mío de cuatro
colores!
Muy lejos estaba yo de sospechar, cuando imaginé este apólogo, que estaríamos tan cerca de que pudiera aplicarse a España. ¡Pobre país nuestro de muchos colores!
martes, 3 de octubre de 2017
LA ARRUGA ES BELLA
La
había visto muchas veces, siempre que acudía a la tintorería y mientras
entregaba sus prendas en el mostrador. Estaba al fondo del local, entre hileras
de trajes colgados, afanada en su centro de planchado, persiguiendo las arrugas
de un vestido de novia, de un traje de gala, de una camisa, con el virtuosismo enfermizo de un músico, con la obcecada necesidad del inquisidor que desea
aniquilar el menor brote herético. Pasaba y repasaba la plancha con maestría, deslizándola
con gracia aérea, las cejas fruncidas y
la punta de la lengua asomando entre sus labios en un gesto infantil de porfía
contra las dificultades, acompasada a los bufidos del vapor que ponían una nota de cansancio animal a la escena. La miraba admirándola, como hacía siempre que
encontraba a alguien que se entregaba a su oficio con una pasión humilde y
voraz, digna de mejor objeto.
Últimamente
empezó a fijarse en un detalle inquietante: la planchadora -todavía joven-
envejecía prematuramente, a pasos agigantados, consumida por su obsesión perfeccionista. Le fue
fácil deducir que allí estaba produciéndose una extraña transferencia; era como
si cada una de las arrugas que eliminaba en los tejidos se fueran instalando en su piel.
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