Hay ciudades que, por un momento, parecen fuera del mundo.
Hay calles, en esas ciudades, que parecen trazadas con líneas ajenas a nuestras geometrías.
Y hay árboles, en esas calles, que se resisten a la rigurosa ley de oro del otoño.
Las excepciones nos salvan.
Por eso, a partir de ahora:
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