domingo, 18 de diciembre de 2016

NARRADOR



     No podía dormir. Le angustiaba no encontrar la palabra exacta. A pesar de su incontestable renombre, de la rara unanimidad de las buenas críticas, en cuanto se acallaban los rumores del éxito se consideraba, íntimamente, un fracasado; peor aún, un embaucador. Noche tras noche, con el insomnio de los insatisfechos crónicos, rebuscaba en el diccionario como en botica caótica. 

     No podía creerse lo que acababa de encontrar. Un verbo antiguo que lo significaba todo: Aquellar. La emoción le hizo trompicarse con las teclas. Escribió: Aquello aquelló. Esto aquella. Eso aquellará.


      Y se durmió como un bendito, por primera vez en mucho tiempo, con la firme convicción de que ya todo estaba escrito.

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