Esta palabreja ha sido elegida por el Diccionario Oxford
como el neologismo del año para referirse a aquellas situaciones en que la
verdad objetiva cuenta menos a la hora de tomar decisiones que las emociones o
creencias subjetivas.
Podríamos interpretarla como la constatación de que la
verdad llega tarde a algunas realidades, cuando ya los bulos, las falsedades y
los sentimientos inducidos por campañas interesadas han conducido a
consecuencias irreversibles.
De la posverdad saben mucho las redes sociales y
quienes por acción u omisión permiten la proliferación en ellas de
pseudoinformaciones y otros tóxicos digitales. Más de medio siglo atrás Goebbels
ya exploró la eficacia de la propaganda como herramienta de adoctrinamiento y
sumisión de las masas a un ideario, por irracional que este sea.
Dejando a un lado
la intervención de agentes profesionales de la manipulación, el problema que
más preocupa es la facilidad con que la Estupidez Humana -a pesar de todos los
esfuerzos por combatirla que ha emprendido la civilización desde el Siglo de
las Luces- acepta y da pábulo a tamañas mentiras. La Ilustración, con su sencillo
propósito racionalista, sigue siendo tan necesaria como hace tres siglos
.
No damos la bienvenida a esta nueva palabra (la verdad no
admite prefijos) pero al menos pone el acento en un fenómeno tan actual como
antiguo, tan extendido como inquietante.
Vivimos tiempos en
que la verdad es casi siempre póstuma.
(Con esta entrada se abre una nueva sección en el blog, que he titulado
-con propósito irónico- como PALABRARIO -término no recogido en el DRAE- en el
que iré glosando vocablos y expresiones que, por diferentes motivos, han
atraído mi atención.)
Bueno, aquí dejo algo sobre la posverdad como costumbre: https://en-tres-parrafos.blogspot.com.ar/2017/01/los-medios-quenos-miran-los-vocablos.html
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