NIEVE REGALADA
Cuaderno de creación literaria donde encontrarás textos y fotografías originales del autor.
lunes, 13 de mayo de 2024
viernes, 10 de mayo de 2024
ASTROLABIO
Hay palabras que parecen hechas para ser
saboreadas, para disfrutar con su sonido, para dejarse llevar por lo que evocan,
para agradecerle al azar su ciega sabiduría poética. Una de estas palabras tocadas
por la magia es Astrolabio. Su etimología griega (que podríamos traducir
por ‘captor o cazador de estrellas’) ya es suficientemente sugerente y el objeto que designa (un instrumento de
navegación basado en la posición de las estrellas) es en sí mismo bello (se ha
convertido en solicitado artículo decorativo) y nos transporta a una época de viajes
inciertos, de peligrosas travesías marítimas, de descubrimientos. Aquellos
navegantes sabían leer en el inmenso mapa del cielo para encontrar el camino;
ahora solo necesitamos mirar a una pequeña pantalla que nos habla y nos lleva
de la mano y nos dirige como si fuéramos niños que han perdido la capacidad de
orientarse por sí mismos.
No acaba aquí el encanto de astrolabio.
Por una feliz coincidencia que nada tiene que ver con la ciencia etimológica,
esta palabra parece compuesta por otras dos: astro y labio.
Y esta combinación tan extravagante como lírica nos recuerda una conocida frase del poeta
uruguayo Conde de Lautréamont cuando nos habla de algo «bello como el encuentro fortuito, sobre
una mesa de disección, de un paraguas y una máquina de escribir».
Astrolabio nos
autoriza a soñar con estrellas que tienen labios, con besos de luz y otras
divagaciones ingenuamente cursis, inocente divertimento para contrarrestar
tanto cinismo y chabacanería como imperan
en el lenguaje actual.
lunes, 6 de mayo de 2024
OVEJAS Y PASTORES
Los balidos lastimeros de las ovejas, descarriadas y abandonadas en el desierto, sin una brizna de hierba que llevarse a la boca, parecían decir, remedando las palabras de los burgaleses al comienzo del Cantar de Mío Cid:
-¡Qué buen rebaño seríamos si tuviésemos un buen pastor!
viernes, 3 de mayo de 2024
TRES LUCUBRACIONES
Cuando lleva mucho tiempo
sin cavilar suele ocurrirle a Afrodisio Cabal, nuestro pequeño filósofo rural,
que las ideas le acuden en tropel, como bombas racimo. De su última cosecha son
estas tres reflexiones inconexas:
—Antes, en la plaza
pública, solo había un megáfono. Ahora hay tantos que nadie escucha a nadie,
todos gritan, todos vociferan y el resultado es una confusa batahola.
—Los sentimientos puros
son insoportables. Por eso tendemos a mezclarlos para rebajar su potencia, para
diluir sus sabores.
—No hemos parado hasta
reducir la inabarcable realidad a una sucesión de unos y de ceros. Parecemos
capaces de construir cualquier estructura, por
compleja que sea, con una simplicidad binaria. Pero ¿qué ocurre con todo
lo que se esconde, se refugia o resiste en esa zona intermedia entre el uno y
el cero?
viernes, 26 de abril de 2024
PADRE E HIJO
Este mes de junio se cumplirán cien años de la
muerte de Franz Kafka, uno de los autores esenciales del pasado siglo. Vivió
apenas cuarenta años y su obra no es muy extensa, pero su impacto en la
literatura posterior y en el imaginario colectivo es formidable. Sus fábulas,
de una sencillez y una hondura atroces, aciertan a desvelar —con el acento
propio de los antiguos profetas— los aspectos más inquietantes de nuestra época
y los males que la acechan. Empeñada en imitar su arte, la realidad cotidiana
que vivimos es cada vez más kafkiana, con su mezcla de absurdo, despersonalización y claustrofobia.
Unos de sus escritos más analizados —no se
trata de una novela, sino de un texto confesional y autobiográfico— se conoce
como la «Carta al padre» y está dirigida a su progenitor, Hermann Kafka, que no llegó a leerla, según cuenta su amigo y albacea Max Brod, el mismo que se negó a cumplir el deseo póstumo de Kafka de que toda su obra inédita fuera destruida. La carta comienza así:
«Querido padre: Hace tiempo me preguntaste por
qué te tengo tanto miedo. Como siempre, no supe qué responder, en parte por ese
miedo que me provocas, y en parte porque procede de muchos motivos, muchos más
de los que podría contarte cuando hablo.»
Cuando visité la tumba de Kafka en el sector
judío del Cementerio Nuevo de Praga, al comprobar que compartía la sepultura familiar con su padre, imaginé un breve diálogo entre ambos:
HERMANN.— Me dice tu madre que me escribiste
una carta muy larga que no me has entregado. Léemela ahora.
FRANZ.—Mejor lo dejamos. Vamos a tener que compartir habitáculo durante toda la eternidad.
lunes, 22 de abril de 2024
EL SIGLO DE ORO DE LOS LIBROS
En nuestro Siglo de Oro, el calzón de un labriego, el brial de una dama, los greguescos de un soldado, el herreruelo de un hidalgo, la sábana de un prostíbulo, la cortina de un palacio, el velo de una monja, el jubón de un cortesano, los harapos de una mendiga, los paños de altar, el mantel con manchas de vino, las galas de un difunto… acababan por ser ropa vieja que los traperos vendían para fabricar la pasta del papel. Sobre este sucio, humilde, reciclado y mestizo material se imprimieron las églogas de Garcilaso, las comedias de Lope de Vega, El Quijote de Cervantes, los aforismos de Gracián, los sonetos de Quevedo, las octavas reales de Góngora y la Noche oscura del alma de san Juan de la Cruz.
De una u otra forma, antes igual que ahora, los libros están hechos del mismo tejido —confuso y deslumbrante— que la vida. E, igual que los vestidos, nos abrigan, nos acarician la piel, nos velan o nos desnudan, nos adornan, nos alegran, nos hacen soñar, expresan nuestro duelo, nos significan, nos permiten transitar la frialdad del mundo.
Esta es la maravillosa alquimia del libro y la literatura.
¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!
sábado, 20 de abril de 2024
SEÑALÉTICA
Como en un libro de instrucciones, sobre el tronco de los pinos el ocioso paseante va leyendo señales que, a guisa de inexperto semiólogo de los bosques, trata de descifrar. Por su sencillo simbolismo pronto se familiariza con la mayoría de ellas: «Vas por buen camino», «No sigas por ahí», «Tuerce a la derecha», «Pista para bicicletas»…
Pero hay una, enigmática en su simplicidad, consistente en un punto azul pintado sobre una herida del pino —un golpe de hacha o de azuela que ha arrancado la corteza y provoca un breve llanto de resina— que se le resiste.
Es una señal
desagradable, ejecutada con crueldad —eso se percibe a primera vista—, y al
alzar la mirada tronco arriba es fácil comprobar que todos los árboles que la
portan parecen débiles o enfermos. Y entonces el signo nos entrega todo su significado:
es una marca para el talador, una sentencia fatídica, el permiso para la
motosierra.
También a la Muerte le resulta difícil orientarse en el bosque si no se van dejando señales como miguitas,
si no se conoce el código.