Con
esmerada caligrafía el soldado escribe sobre el misil que está a punto de
lanzar: «Desde Israel con amor». Se deja fotografiar para dejar constancia de
su obra.
Poco
después el misil impacta sobre un edificio de Beirut y lo destruye acabando con
la vida de quienes allí residen. La carcasa del proyectil queda pulverizada en
la explosión. Nadie lee la dedicatoria.
¿Para
quién escribió el soldado?
La
distancia entre lo que dicen estas palabras y lo que en realidad quieren decir
es tan extrema que resulta difícil encontrar mayor perversión del lenguaje, una más cruda expresión del odio.
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