Desde que aquel ruido insidioso —un
rumor como el que encierra una caracola marina, un bordoneo de moscardón
errático— se había instalado en sus oídos, no había podido escribir un solo
verso más.
—¿Qué tiene que ver una cosa con otra?
—le preguntaban extrañados.
—El silencio es la materia prima de la
poesía. Sin él, sin los espacios en blanco, nada tiene sentido —les contestaba.
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