martes, 22 de junio de 2021

CORONACUENTOS (31): EXTRAÑOS EN UN TREN

 

Se enamoró de los ojos de aquella desconocida que viajaba en el asiento de enfrente. Estaban sublimados por una luz tan alegre que casi daban ganas de llorar. La observaba de soslayo para no incomodarla pero le resultaba cada vez más difícil ignorar aquel imán donde iban a morir, entregadas y felices, todas sus miradas. Sobre la superficie azulada de la mascarilla   él le iba  dibujando mentalmente los rasgos que le faltaban: el perfil delicado -un poco japonés-  de la nariz, el abultamiento delicioso de los labios, la línea pura y ovalada del rostro. Era un juego que practicaba con mucha frecuencia y que, desgraciadamente, tenía los días contados: dentro de muy poco las mascarillas dejarían de ser obligatorias.

La mujer se removió en el asiento y se quitó los auriculares. Parecía molesta con algo, como si tuviera irritada la cara. Hizo ademán de retirarse la mascarilla.

-No, por favor, no lo hagas -suplicó él en silencio.

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