domingo, 31 de diciembre de 2017

2018

  El siglo XXI entra en la mayoría de edad. Ya va siendo hora de que empiece a sentar la cabeza. De lo contrario, habrá que pedirle responsabilidades.


  FELIZ 2018

viernes, 29 de diciembre de 2017

LOS SANTOS INOCENTES


          Odiaba la Navidad, cada vez más a medida que comprobaba sus efectos. No era un odio irracional ni fruto de ninguna nueva fobia sin nombrar. Sabía de qué hablaba. Año tras año Herodes hacía su aparición y, cruelmente, les arrebata a los recién nacidos, cuando apenas habían tenido tiempo de ser amamantados. Para que luego digan que las Sagradas Escrituras no son la exacta verdad. Se los llevaban lejos y nunca regresaban. Ella tenía que aguantar el doloroso peso de la leche que nadie mamaría y la tenebrosa sospecha de que alguien disfrutaba sin culpa con aquel crimen.


              Sufría, sufría mucho. ¿Dónde está escrito que las ovejas no sienten?

sábado, 16 de diciembre de 2017

POLÍTICA CUÁNTICA



Comparece hoy en esta galería de complementarios Charles Mountainpeak, avispado político que pasó a la historia por llevar a cabo una versión sorprendente del famoso experimento de Schrödinger. En lugar del gato, Mountainpeak introdujo una república nonata en la caja, donde, en vez de veneno, había un extraño elemento letal, popularmente conocido por un número, el 155. Preguntado si la república estaba viva o había sido eliminada por el 155, Mountainpeak se acogía a la bien probada indeterminación de la política cuántica. Ello no era óbice para que se autoproclamase legítimo presidente. 

jueves, 14 de diciembre de 2017

EL PRINCIPIO DE LA CEGUERA




Cuando llegó a los sesenta se le formaron cataratas en los ojos.


(Era todo un espectáculo, las lágrimas le manaban sin cesar y se precipitaban hacia el suelo con estruendo de cascada en época de deshielo).

domingo, 10 de diciembre de 2017

MELENA



Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana...

                                                  (A un olmo seco. Antonio Machado)

...el corazón de la campana
vive tan solo en el balanceo.

                                                 (Adam Zagajewski)



               Hubo un tiempo en que consideré que el uso de melena en estos versos de Antonio Machado era una licencia poética suya, una metáfora; la campana sería la cabeza y la pieza de madera colocada en su parte superior para sujetarla, transformada por la fantasía poética del autor, se habría convertido en una especie de cabellera. Mi propia imaginación añadía por su cuenta y riesgo la deriva de la campana 'desmelenada' tocando a gloria, anunciando fiesta y alegría. 

             Pero no. La metáfora, de serlo, no tiene autor; es de uso común y está registrada en el diccionario: 'Armazón de madera, unido a la campana, que sirve para voltearla'. La lengua es poética, creativa en sí misma; lo fue antes de que hubiera poetas de nombre conocido y lo seguirá siendo cuando estos raros especímenes humanos se hayan extinguido.

        No obstante, cada vez que alzo los ojos con pena al campanario de alguno de tantos pueblos sin gente o en trance de quedar desiertos de la España interior, la anónima metáfora vuelve a mí y me devuelve la imagen de la cabeza metálica y su cabellera simétrica. Una hermosa cabeza sin voz y una melena carcomida por los años. En algunos casos, como en una de las fotos que acompañan a este texto, la melena está erizada de púas antipalomas para evitar que estas habiten la ociosa espadaña convertida en palomar y la ensucien con sus excrementos. En la otra foto, tomada en Navabellida, la campana desapareció, emigró quizá por los aires en mágico viaje siguiendo al último morador o, más prosaicamente, fue expoliada para venderla al peso. Su melena, huérfana, sobrevive, sin embargo, a los años inclementes, casi asfixiada por la vegetación parásita, como sencillo testimonio de un silencio doloroso.






   


miércoles, 6 de diciembre de 2017

ESTA MAÑANA



La luz helada, cayendo sobre la tierra.
La nieve refugiada en los cristales de hielo.
Los pálidos brazos desnudos del abedul.
El cielo de vidrio azul.
Nidos de muérdago en los chopos.















En mañanas de frío puro, como la de hoy,  nuestros ojos curados por la transparencia del aire finalmente ven y el mundo nos revela su más profunda verdad: su frágil belleza, siempre a punto de quebrarse, siempre a punto de regalarse.

viernes, 1 de diciembre de 2017

NADA



                Como le ocurre a diario, se le han pasado las horas casi sin enterarse, encerrado  a solas con su ordenador, primero peleándose con los códigos y después viendo dos capítulos de una serie. Siguiendo su ritual, se estira en la silla, se levanta y va hacia la ventana para abrirla y permitir que entre el aire de la noche y se ventile el ambiente cargado. Antes de traspasar la puerta de la habitación, de camino al cuarto de baño para aliviar el peso de su vejiga, se vuelve, de pronto, extrañado sin saber por qué. Una percepción retardada. Regresa a la ventana y mira bien. No ve nada. Sí, es de noche, pero debería de haber luz en alguna ventana, las farolas de la calle, la silueta de las casa de enfrente, la terraza de la cafetería, la masa de los árboles... Quizá ha habido un apagón en el alumbrado público. Sí ya, pero ¿y los faros de los coches? En su calle hay bastante tráfico. Un poco de brisa, tal vez. ¿Y el sordo murmullo de la ciudad? Pone en alerta todos sus sentidos y, después de un rato, no tiene más remedio que admitir que fuera no hay nada, absolutamente nada. Tinieblas y silencio, como si alguien hubiera borrado el dibujo del mundo. Una certeza que se le impone sin posibilidad de refutación.


                No se atreve a abrir la puerta de su habitación para ir al baño, no siendo que dé directamente sobre el vacío. Subido en una silla, orina por la ventana, sobre un abismo hueco, sin miedo a que nadie se queje. Mientras regresa a su ordenador con la remota esperanza de que la anormalidad se disipe, concluye que nadie debería dar nada por supuesto.