viernes, 3 de junio de 2016

OCENILLA





El cielo se enturbia
con islas de ceniza.
Una tarde de enero, un sábado improbable,
a la hora irreal de las ovejas
que regresan antiguas y alegóricas
hasta el tibio sopor de las majadas.
Es cierta la luz
y ciertos también sus atributos
pero cuesta creer en esta imagen
que el día muriendo nos ofrece.
Asombra la paz que cae sobre el campo
como emoción sencilla.
Hay otros signos esparcidos,
presencias sutiles en el aire,
dibujos azarosos que la tarde
no se atreve a mostrar abiertamente.







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