Poco sabe este gato de etimologías y de las bromas que suele gastarnos; nada le importa que canícula derive de can y que se refiera a la constelación del perro, su proverbial enemigo. Tampoco le interesan las estadísticas, las noticias sobre las olas de calor o el cambio climático. Ha buscado el amparo de una sombra y sestea con vocación de letargo hasta que caiga la noche y se alivie el bochorno. Soporta como puede su particular gatícula.
¡Qué sabia es a veces la inconsciencia!
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