Regreso a ti, mi Salamanca
antigua,
a recobrar la luz de aquellos
días
tan altos de esplendor en que
solías
ahogarme casi en tu hermosura
ambigua.
Que sigues siendo bella lo
atestigua
un dorado temblor de
simetrías
y un prodigio de cúpulas
umbrías
que hace arder mi nostalgia,
y la amortigua.
No fue mi asombro engaño
adolescente
ni espejismo fugaz de la
distancia
al devolverme un rostro que
era el mío.
Me fui de ti mas nunca estuve
ausente
y desviviendo un tiempo de
arrogancia
hoy vuelvo al fin: soy agua
de tu río.
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