Nació en una época en que todo parecía firme, estable, sólido.
En su madurez, acogido a la falsa sabiduría encerrada en el principio de "Sé agua, amigo mío", la realidad se le estaba volviendo cada vez más escurridiza y líquida.
Ya entrado el siglo XXI, la realidad virtual, las criptomonedas, la posverdad y la digitalización de las relaciones le llevaron a la amarga conclusión de la que vida era algo evanescente, puramente gaseoso.
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