domingo, 10 de octubre de 2021

LA BARCA Y EL OLIVO







Varada en la playa, atiborrada de arena, la barca del abuelo lamentaba su suerte de trasto viejo, degradada al triste oficio de soportar, día tras día, el fuego infernal donde se asaban los espetos de pulpo y de sardinas.

-Nunca más saldré a la mar -añoraba-, teniéndola tan cerca...

-Peor es mi destino, compañera -oyó, sorprendentemente, a sus espaldas.

Lo que quedaba del viejo olivo, una madera tan densa y ancestral que se diría mineral, ardía lentamente alargando cuanto podía el breve viaje que separa la llama de la brasa.

-Tú, al menos, aún estarás aquí mañana. Yo seré un poco de ceniza que el viento se lleva a ningún sitio.Y también extraño la suave ladera en la que arraigué hace más de trescientos años.

"Ya está bien de jeremiadas,vejestorios" hubieran cantado a coro las sardinas que pronto iban a achicharrarse ensartadas en el espeto si hubieran estado en condiciones de hacerlo. 





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