Nada es más apacible
que perderme contigo
en un bosque de otoño,
cuando el aire se entibia,
la luz se nos desmaya
y nuestros pies avanzan inseguros
transitando
el sueño de la tierra.
Parece que por fin sucederá
ese rapto de paz y de armonía
que nunca supimos explicarnos.
Esperamos el canto
de un pájaro quimérico,
un instante de gloria, ese
relámpago
que nos rompa la vida y nos
transporte
a un aura de eterna levedad.
Pero estamos en un claro del
bosque,
rodeados de árboles atónitos,
o a la orilla de un río,
cautivados
por el enigma de sus aguas verdes
y el tacto de tu mano me recuerda
que el milagro mejor,
el vuelo más ansiado
es dejar que el otoño nos
sorprenda
juntos, en cualquier sitio,
con su beso de luz madura y
sabia.
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