A pesar de que corren tiempos de impostura y simulacro, pactemos una tregua navideña en la cada vez más difícil lucha por distinguir lo vivo de lo pintado, lo verdadero de lo falso, y, en modo infantil, dejémonos seducir por este trampantojo de lámparas led.
Ilusos e ilusionados, hagamos como si pudiéramos caminar bajo la estela de un cometa.
Pero no olvidemos nunca que, aunque lejanas y oscurecidas por la contaminación lumínica de las ciudades, las verdaderas estrellas están en el firmamento. Y seguirán estando cuando los empleados municipales devuelvan al almacén las guirnaldas, las estrellas y las figuras de adorno.
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