Contra
el cristal la lluvia
sucede
y se sucede
con
el ritmo pausado
de
la melancolía:
canon
de otoño.
Cuaderno de creación literaria donde encontrarás textos y fotografías originales del autor.
Contra
el cristal la lluvia
sucede
y se sucede
con
el ritmo pausado
de
la melancolía:
canon
de otoño.
Mientras su amante dormía, le tomó suavemente el dedo, como si lo estuviera acariciando,
con mucho cuidado de que no despertara, y lo llevó hasta el lector de huella del móvil. Quería conocer sus secretos, penetrar en su alma.
Y se abrió
la puerta del abismo.
—Maestro,
¿qué es el silencio?
—Hace
muchos años, la gente se reunía todos los veranos para escuchar el suave
crujido de los brotes de la flor de loto al abrirse en el estanque. Lo que no
había fuera y lo que había dentro de aquella gente y que les permitía captar
ese diminuto sonido que precede a la floración, eso es el silencio. Lo buscamos
fuera, pero está dentro de nosotros. El silencio es lo que nos permite escuchar
lo que es casi inaudible: el suspiro de alegría y de agradecimiento de la flor
al abrirse.
Se admira Mateo Ortiz,
pensador sedente y sedentario, de la aceleración constante que parece haberse adueñado
de la realidad hasta convertirse en algo enfermizo. Desde su tumbona de convaleciente
perpetuo pontifica:
—¡Hay que ver la prisa
que se da todo el mundo en llegar cuanto antes a ningún sitio!
En un bar de carretera, el fatigado conductor que buscaba alivio y descanso en la dura jornada de un viaje sofocante se topó con esta vitrina expositora que suscitó en él emociones contrapuestas. Es cierto que el paraje, próximo a Despeñaperros, evocaba escenas quijotescas de pastores cortando queso y tasajos de carne de cabra alrededor de una fogata nocturna; y también antiguas leyendas de bandoleros proclives a tirar de faca para arreglar asuntos graves y no tan graves. Pero semejante despliegue navajil no parecía cuadrar con nuestros tiempos, mucho más sutiles y eficaces, y menos cruentos en el arte de herir y hasta de matar. Las preguntas pululaban en su mente. ¿Tanta gente sigue usando esta tradicional arma blanca? ¿Para qué? ¿Para cortar el jamón? ¿Para peleas callejeras? ¿Para tallar la madera? ¿Para autolesionarse? ¿Para atracar en una farmacia?¿Ha llegado la moda y la sofisticación al tradicional arte de la cuchillería? Y luego, el rótulo rotundo, Mundo Navajas.
Quizá, piensa el viajero, hay una metáfora extendida, una alegoría en la imagen. En este mundo cada vez más virtual el navajeo continúa vigente y, puestos a elegir, algunos siguen prefiriendo la herida que sangra, el corte que duele, la tajada tosca, la amenaza que brilla a la luz de la luna.
Soñó que
soñaba que estaba soñando.
Cuando
despertó comprobó, entre el desencanto y el alivio, que su Yo seguía allí,
pétreo, imperturbable, sensato. Y era un Yo
muerto de hambre.
Bajó a
desayunar.