domingo, 2 de octubre de 2022

"LO COMPRO"

 

“Eso te lo compro”. “Eso otro no te lo compro”.

No estamos en un bazar, ni en un mercadillo persa, ni en el rastro. Es una tertulia televisiva y en plena —e impostada— refriega dialéctica alguno de los asistentes lanza estas frases que recientemente se han infiltrado en el lenguaje de los medios como una marca de estilo o una infección: sirven para mostrar acuerdo o desacuerdo con lo que ha dicho otro de estos prolíficos y ubicuos “todólogos”.

El lenguaje es sintomático y ahora todo está sometido a la tiranía del mercado y a la lógica de la compraventa. Las relaciones y afectos están mercantilizadas, el arte está mercantilizado, la medicina está mercantilizada, igual que la guerra, las materias primas o el periodismo. Así que no es de extrañar que  en este continuo trapicheo de palabras en que se han convertido muchos programas de televisión y radio, las ideas, los argumentos, las opiniones en lugar de aceptarse o rebatirse, en vez de suscribirlas o refutarlas se compren o no se compren. 

Lo que nunca se dice es el precio que se está dispuesto a pagar por ellas.   


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