miércoles, 20 de abril de 2022

UNA CIUDAD CUALQUIERA

 



Una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera.

Una estampa cotidiana, una mujer y un muchacho ─seguramente su hijo─ caminan apurados, no parecen pasear, como si tuvieran prisa en llegar a algún sitio o en huir de algo. El espectador percibe algo opresivo en la atmósfera, en el pavimento maltrecho, en el semáforo apagado. La mujer se muestra, más que triste, afectada por una pena muy honda, desearía salir de campo. El niño agacha la cabeza, como si le sobrara la mirada y solo quisiera enterarse de lo que hay inmediatamente delante de sus zapatillas para no tropezar con algún obstáculo alarmante. La primavera, incongruente, se esmera en florecer en algún árbol.

Podría ser cualquier sitio, un no-lugar de cualquier degradado suburbio de una de tantas ciudades de Europa.

Pero es Mariupol. Y hay tres bultos lúgubres en la calle, aunque el recorte de la fotografía nos los haya hurtado.



 


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