Podría
parecer
ceniza de
un sueño mal ardido,
humareda de
niebla
o
abdicación del día.
Pero es
solo la luz,
la demorada
luz de las provincias
que apenas
alimenta nuestros ojos,
que pule
las estatuas
y pacta sus
estragos con el tiempo.
Legítimo
fulgor de tanto hastío.
Regalo de
unos dioses
quién sabe
si crueles o muy sabios.
Al fin y al
cabo, luz,
y
desmemoria.
(De La
lenta luz de las provincias, inédito)
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