Otro día, tras contemplar por televisión la actuación histriónica, desenfrenada y cargada de exaltada violencia verbal de aquel Presidente Austral, comentaba Aguado:
—Pareciera que ese hombre
se ha metido algo…
—No creo que lo necesite. Es su estado natural. Él es así —discrepaba
Cabal.
—Peor me lo pones. De la
droga se sale; de uno mismo, no.
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