Amaba la luz más que nadie, más que a nada. La cuidaba, la mimaba, la alimentaba: sabía lo necesaria que es para no naufragar, para hacer el mundo habitable. La primera criatura, la más hermosa.
Pero
aquellas dos noches comprendió que la luz —su luz— podía en ocasiones ser aliada de la Muerte y que
la oscuridad, a veces, es la que nos salva.
Anselmo
Antonio Manuel Vilar García, farero de Torre del Mar (Málaga), apagó el faro dos
noches de febrero de 1937 para que los barcos y aviones que estaban masacrando
salvajemente a la población civil que huía de Málaga por la costa en dirección
a Almería (en un trágico episodio conocido como «La Desbandá») no pudieran
orientarse en la oscuridad. De esta manera evitó muchas muertes. Cuando el
ejército franquista ocupó el faro, Anselmo fue detenido, torturado y finalmente
fusilado junto a las tapias del cementerio de Vélez-Málaga.
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