martes, 22 de mayo de 2018

LOCOS Y CUERDOS







Sobre el arco de un dintel lateral del viejo monasterio -un  enorme cascarón ruinoso al que no se le acaba de encontrar un uso a la altura de su historia y que va siendo restaurado a plazos-, figuran estos dos rótulos -LOCOS/CUERDOS- dispuestos sobre cada una de las puertas de acceso. De todo el lugar emana una atmósfera de trascendencia rancia, de decadente grandeza irrecuperable que contribuye a dar un sentido de dantesca postrimería a la imagen. Como si estuviéramos ante un juicio final.

Son muchas las preguntas que la fotografía deja en el aire y quizá fue esa la intención del autor.  Parece evidente la existencia de dos entradas/salidas, de una disyuntiva sin término medio. Por cada una de ellas, convenientemente clasificados -¿por quién?- entrarían los fieles, los saqueadores, los curiosos o turistas, los pacientes...  a este lugar santo ahora desamortizado y desafectado. Tal vez no haya nadie controlando el acceso, pidiendo acreditación de cordura, y la gracia consiste precisamente en que ha de ser cada cual el que elija la puerta que le corresponda. Podría darse el caso de que un loco de atar se  cuele tan ricamente por la puerta de los cuerdos y que alguna persona sensata decida elegir la puerta de los locos ya sea por mera curiosidad, por considerarla una experiencia interesante, por llevar la contraria o por descreer de cualquier categoría de discriminación mental. 

¿Y si las puertas no se abrieran hacia ambos lados? ¿Qué clase de establecimiento sería este? La puerta de los locos solo permitiría entrar, no salir: estamos ante un manicomio, entramos locos y saldremos curados de nuestra insania. Algo que los antipsiquiatras negarían de plano. Pudiera ser al revés y que la puerta de los cuerdos solo se abriera hacia dentro. Estaríamos entrando en el reino de la locura, pues solo podríamos salir convertidos en orates. Una fábrica de locos: no sería la única. Algunas reales, otras virtuales. Sobrarían ejemplos. El propio hospital psiquiátrico podría caber en esta categoría, opinarían muchos ¿Tiene la religión algo que ver con todo esto? En fin, si don Quijote hubiera llegado a este rincón, ¿cuál de las puertas habría elegido?

Lo peor de todo es que no sabemos si en realidad se trata de verdaderas puertas o de meros tabiques pintados de mampostería que ocluyen el primitivo hueco del gran portalón, pues no hay señal ni de bisagras, ni de cerradura, ni de pomo, ni de tirador o manecilla. Demasiada divagación sobre una broma, sobre un trampantojo. 

Cuidado con los antónimos.

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