lunes, 27 de noviembre de 2017

ANA


            ¿Cómo medir la intensidad del dolor de un padre sometido al más amargo de los trances? ¿Cómo consolarlo de la pérdida de una hija -su hija favorita- de veintitrés años? ¿Cómo espantar la certeza de que ella ha puesto fin a su vida disparándose con la pistola preferida por él? Las imágenes de que disponemos, la frialdad de su color, aumentan la sordidez de la tragedia. El padre se acerca al féretro, inclina la cabeza sobre él y allí rompe en llanto. La cara de Ana, tan cerca de la suya, separada solo por un cristal, limpia ya de sangre, dulcificados los rasgos por mano experta de mujer mayor, parece sonreírle. En esa sonrisa un poco esquinada se esconde un secreto que ya nadie desvelará: la respuesta al '¿por qué?' más terrible. Cuando se aparta, el cristal está humedecido. Torpemente limpia con las manos las lágrimas y esa mucosidad ardiente de los besos enviados a un abismo. Quienes lo rodean están conmocionados: ellos saben muy bien lo que valen las lágrimas de ese hombre, la extraordinaria rareza de esa emoción, el insondable manadero del que brota.

                 -Ya está bien, mi general -le dicen mientras se lo llevan.

                 Allí queda Ana: veintitrés años, con un futuro prometedor en la Medicina. Con un tiro en la sien. Con un enigma que nadie resolverá. ¿Por qué lo hiciste? No puedo creer que de tu mano pequeña y delicada haya nacido esta muerte tan grande. Habrán sido mis enemigos. Yo era tu héroe. Tú mi princesa. Mi pequeña. Mi hija adorada. Mi estrella. Ana.


                 Demos un salto en el tiempo. La escena que acabamos de recrear sucede en marzo de 1993. En julio de 1995, en Srebrenica 8000 musulmanes bosnios  -entre ellos niños, jóvenes, mujeres- fueron masacrados por fuerzas serbias al mando de Ratko Mladic, el carnicero de los Balcanes, el amantísimo padre de Ana. "Mentira, todo son mentiras", le gritó al tribunal que lo ha condenado a cadena perpetua por genocidio. ¿Qué engloba ese "todo"? ¿Es un todo absoluto donde cabe toda su vida, la realidad completa del mundo?

              ¿Cómo puede el corazón de alguien ser tan perversamente selectivo, amar tanto a una sola persona y odiar hasta la muerte a tantas otras? ¿Cómo pueden tanto amor y tanto odio convivir en un mismo hombre?



Para saber más:


viernes, 24 de noviembre de 2017

NAVABELLIDA (II)

          



          Pasear por estas calles de silencio espeso no es experiencia trivial. Sobrecoge. Sientes el peso de los años muertos, de las vidas trasplantadas, de todas las historias que aquí pudieron ocurrir pero que no ocurrieron ni ocurrirán. Sientes las frías manos de la ausencia alrededor del cuello, amenazando la respiración. Compartes el dolor de quienes se fueron y no quisieron volver ni en verano, cuando los pueblos desertados reviven. Las cosas se han abandonado a su propia desidia, las puertas no guardan ni ofrecen, las ventanas son ojos cruelmente vaciados con una cuchara, las piedras se dejan ir hacia el escombro, en el campanario solo sobrevive la melena de la campana, no restalla la pelota contra el frontón desconchado. 

          Hasta la vegetación del arroyo seco, en esta mañana de otoño, recuerda que el árbol también sabe de ruinas, sufre la proliferación pervertida de hiedras y raíces. Nada escapa aquí a la llamada del desastre. Contemplar el pueblo desde lejos es como abrir la tripa del tiempo, esa alimaña sin alma,  y descubrir, a medio digerir, a medio corromper, el cadáver engullido de Navabellida. Hasta que de ella solo quede el nombre y montoncitos de egagrópilas. Quizá por eso los buitres avizoran desde lo alto, patrullan sobre esta carroña de lustros. En el pueblo hay indicios de oveja, huele a oveja; los rebaños parecen haber pacido polvo en cuadras, cocinas y alcobas tras haber batido a placer el barro de las estancias con sus patas cansinas. Pero no vimos ni una sola oveja. Como si desaparecieran a los ojos de los vivos y su existencia necesitara de espectadores más refinados.

          Navabellida, el despoblado del hermoso nombre; nombre de resonancias medievales, nombre de romancero, de cuando el idioma estaba naciendo y no le tenía miedo a nada, ni a la extensión de las palabras ni a las emociones más puras y directas, como la que pudo estremecer  al repoblador que se asentó en esta tierra y la bautizó. 

          Nava bonita, un buen lugar para volver a empezar con un rebaño de ovejas.




                                      


   



















miércoles, 22 de noviembre de 2017

NAVABELLIDA (I)





¡Qué hermoso nombre,
heredad de las ruinas:
Navabellida!






domingo, 19 de noviembre de 2017

El Pájaro y los pájaros






Si bien se mira, también entre los seres alados encontramos  lugares y tamaños diferenciados, arriba y abajo, la clave y las notas del pentagrama, clases y jerarquías, arcángel y ángeles, halcón y gorriones, el Uno y los otros, el Pájaro y los pájaros. Y también a ellos una prudente distancia los separa.





jueves, 16 de noviembre de 2017

RÍO DE PIEDRA (II)







          En años de sequía, como este que estamos padeciendo, todos los ríos, los arroyos, los torrentes de montaña, amenazan con convertirse en ríos de piedra. Este que recogemos en las fotos  y que allí recibe el nombre de borrocal -palabra de rancias resonancias prerromanas-, no es la consecuencia indeseable del calentamiento global. En Orihuela del Tremedal, un pueblo de Teruel muy cerca del límite con Guadalajara (por cierto, una etimología muy probable del nombre de esta provincia nos conduce al árabe, donde querría decir precisamente 'río de piedras'), nos encontramos con esta curiosidad geológica, una caudaloso pedregal que se despeña ladera abajo, hacia la parda llanura, abriendo una grisácea cicatriz en los pinares. El material del cauce procede de la acción del hielo -ese paciente e implacable picapedrero- que hace reventar las grandes rocas y las va resquebrajando hasta trocearlas. Dicen que no es del todo inmóvil, que la gravedad hace avanzar, milímetro a milímetro, las piedras. El resultado, un paisaje duro, no exento de la belleza que le otorga el contraste con el verde de los pinos, pero inquietantemente sugerente.

           Discurriendo hacia los campos de este otoño, resecos hasta el dolor, este río de piedra -laborioso  producto de las eras geológicas- se nos antoja un anticipo de lo que nos aguarda.





lunes, 13 de noviembre de 2017

PARAÍSOS



"Todos los paraísos son perdidos"  (M. Proust)





"Tiempos terribles estos en que el único adjetivo que parece cuadrarle a 'paraísos' es ese abominable término de 'fiscales'.   

                                                       (A. Aguado)

sábado, 11 de noviembre de 2017

RÍO DE PIEDRA (I)




Seco e inmóvil, 
en ti fluye el dolor 
del ser sin tiempo.






Río de piedra,
¿olvidaste el deseo
verde del valle?







Ausente el agua,
las piedras fingirán
un sueño líquido.





martes, 7 de noviembre de 2017

BOREAL



Hoy quiero compartir con todos vosotros, amables lectores, la llegada de esta nueva novela, BOREAL, un viaje de invierno que hace más deseable la primavera. Las dos hojas de ese árbol único, sin familia, el gingko biloba,  como dos abanicos otoñales, son el remedio contra la claudicación intermitente que a todos nos afecta -también a los personajes de la novela- y el inocente amuleto a que me acojo para desearle suerte a esta hija de mi fantasía.





La novela, publicada por la editorial Juglar, será presentada en el Salón Rojo del IES Antonio Machado de Soria, a las 8 de la tarde del jueves, día 9 de noviembre.

lunes, 6 de noviembre de 2017

R. W. (II)



          El texto de la entrada anterior es una variación libre, fabulada, que se inspira en la vida y obra de Robert Walser, escritor suizo  (1878-1956). Desencantado del mundo literario por la tímida acogida de sus primeras obras, comenzó una tarea monumental y casi secreta: la escritura compulsiva de sus microgramas. Con un lápiz, en cualquier pedazo de papel que cayera en sus manos, utilizando una caligrafía gótica casi microscópica, compuso centenares de manuscritos que han tardado tiempo en ser descifrados. Para hacernos una idea de hasta qué punto comprimía sus textos valga decir que de 34 de sus pequeñas hojas han salido dos obras completas, una de ellas una novela de más de 150 páginas. Walser pasó los 27 últimos años de su vida recluido, por propia voluntad, en sanatorios mentales. 

          La tarde de Navidad de 1956 unos niños avisaron a la policía de que habían encontrado un cuerpo congelado tendido en la nieve. Fue el último paseo de Robert Walser, dromómano como tantos otros seres excepcionales y frágiles, desazonados por las turbulencias de la existencia. Las fotografías que tomó la policía antes del levantamiento del cadáver y que aquí reproducimos son el último texto del autor, un garabato -o borragato, como diría un niño soriano-, una mancha impropia de su caligrafía meticulosa y perfeccionista. El negro de lo irremediable sobre el blanco extenso de la nieve, la implacable página en blanco. 

          Y ese sombrero desamparado que al fin descansa de la ardua tarea de cobijar sueños rotos. 













"En los cálidos brazos de la pobreza soy rico, y rodeado de la Nada empiezo a ser adinerado, pues los inicios son toda una riqueza."  (Robert Walser)







Recomendados: 
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/una-mancha-en-la-nieve-la-ultima-navidad-de-robert-walser-1318299.html 
https://elpais.com/diario/2002/12/07/babelia/1039221563_850215.html

sábado, 4 de noviembre de 2017

R. W. (1)




          Le dio por ahí tras comprobar que su obra apenas interesaba al gran público. Fue su forma de hacerse secreto, de rebelarse contra un fracaso incomprensible. Escribía sin parar -una escritura apretada, diminuta; una caligrafía gótica de miniaturista- en cualquier trozo de papel que encontraba a mano. 
           
          Pero no hay manía inocente, si bien se mira.

         Ya ni siquiera utilizaba sus pequeñas libretas de antes ni escribía con pluma. El método del lápiz, lo llamaba. Las palabras, las frases ocupaban completamente la página, sus márgenes, sus esquinas, el encabezamiento. Los renglones se delineaban con esmero de surcos vistos desde el aire. Cuando ya todo parecía relleno, buscaba completar entre líneas, descubría un pequeño claro y lo anulaba.  De ser posible, hubiera escrito hasta en el filo de la hoja. La letra de sus microgramas era cada vez más pequeña. Llegó un día en que, por más que afiló el lápiz y empezó a escribir con la ayuda de una lupa, no fue capaz de dejar un mínimo espacio en blanco dentro de la o. La presbicia tampoco ayudaba. Las letras no podían ya tener huecos, se le habían convertido todas en puntos, una cadena interminable de puntos suspensivos.

          "Es el momento de salir a dar un largo paseo en la nieve" -se dijo Robert Walser. 

                                                                                                                (Continuará)



miércoles, 1 de noviembre de 2017

ÁNIMAS



"Aquí los muertos son felices
en su olvido menor, 
tan placentero"
                                         
                                                                     
                                                                               (De "La lenta luz de las provincias")

                  




 Lo perenne y lo caduco. En el cementerio de Peralejos de las Truchas, los cipreses y los álamos dirimen su particular guerra de símbolos en mitad del otoño. Una batalla de formas, de colores, de texturas. ¿De parte de quién está la belleza? ¿De lo que vive impávido o de lo que muere en su momento de esplendor?