lunes, 16 de octubre de 2017

CARTAS

   

          Como en el cuento de Poe, la solución al enigma estaba escondida a la vista de todos para que no reparáramos en ella. 

          Por favor, ahora que ya nadie tiene quién le escriba, sigan escribiéndose cartas indefinidamente. Cartas ambiguas, escurridizas, intrincadas. Cartas con aplazamientos que sufren aplazamientos. ¡Qué delicia vivir en esta incertidumbre, en esa suspensión éterea, tan próxima a la levitación, con el placer brutal del desastre o de un hermoso sueño al borde de los labios pero sin poder gustarlo! ¡Viva la nueva política, la política cuántica! Nada es lo que parece. O sí. Depende. Como en esa muletilla tan actual, tan posmoderna: sí, ¿no? Ni vivo ni muerto. Ni declarada ni sin declarar. Ni aplicado ni sin aplicar. No sabemos qué hay en el interior de la caja. ¿No lo sabemos? Sí lo sabemos. Hay lo que cada uno quiere que haya. Pero como posibilidad, que es como más se disfruta todo, como más verdadero es todo para la ilusión. 

          Por favor, no abran la caja. No hagan nada. Estamos muy bien así. Por favor, sigan escribiéndose cartas como dos enamorados antiguos.

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