martes, 1 de agosto de 2017

LA MELANCOLÍA DE LA COSECHA

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La melancolía de la cosecha


Ignoran estos campos el abrazo,
amoroso y cruel, de las hoces de entonces,
el áspero canto de los segadores,
la alegre fatiga de los carros,
la pericia del viento entre las parvas.
El tiempo sagrado de la cosecha
es ahora un expolio programado
de fauces giratorias que devoran
doce surcos a la vez con arrogancia
de ogro infantil, de operario a destajo.
Mal año para el trigo,
escuálido y liviano
como lengua de pájaro. Atardece
un domingo de campanas ociosas,
de gorriones ahítos y viejos en asilo.
Deja la máquina en su afán
tolvaneras de tamo, una aureola
de oro envejecido por la luz declinante
y un ominoso rastro de rastrojos,
de cereal escupido, de blasfemia.
Y el grano maldice su futuro
de oro devaluado, preterido
en oscuros rincones, hibernando
sin sueños
en la quietud metálica del silo.

                                     (De   A cielo abierto, inédito)





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